Hace ya casi un año que se registraron en España los dos primeros casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en humanos, una enfermedad vírica transmitida por la picadura de garrapatas. Un estudio, publicado recientemente, sobre el curso epidemiológico y clínico de esta dolencia en los dos pacientes españoles, apunta a que se está produciendo un cambio geográfico en la distribución de la enfermedad. No obstante, los científicos estiman que la probabilidad de nuevos casos humanos es baja.
Primeros casos en Europa Occidental
La fiebre de Crimea-Congo (FHCC) es una enfermedad endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia, causa brotes graves de fiebre hemorrágica y tiene una tasa de mortalidad del 40%.
En Europa, hasta el pasado verano, se habian registrado casos humanos solamente en la parte sureste del continente.
Pero el pasado mes de agosto se dieron los dos primeros, y hasta el momento únicos, casos autóctonos de la enfermedad en Europa Occidental, concretamente en un paciente infectado por la picadura de una garrapata en la provincia de Ávila y en una enfermera que se infectó mientras atendia al primer paciente.
Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine, cuyo autor principal es José Ramón Arribas, coordinador de la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital Universitario La Paz-Carlos III, muestra que ambos pacientes fueron infectados por el mismo virus y que, curiosamente, éste compartía una huella genética propia de un linaje africano, no relacionado con la variante de la enfermedad presente en el Este de Europa.
Los expertos creen que esta variante del virus puede haber llegado a España a través de garrapatas transportadas por aves migratorias a las que parasitan, procedentes del norte de África. De hecho, la distribución geográfica del virus coincide en lineas generales con el limite geográfico en el que se encuentra su principal vector, las garrapatas del género Hyalomma.
Los brotes autóctonos del virus de origen africano ponen de manifiesto, según los expertos, un cambio en su distribución geográfica y apuntan a que la fiebre de Crimea-Congo está reemergiendo en Europa.
El estudio remarca la importancia de mantener la vigilancia ante los agentes capaces de transmitir la patología, para evitar nuevos casos. Igualmente importante es sensibilizar a la población de la importancia de protegerse frente a las garrapatas , cuyas picaduras no son inofensivas.
La presencia del virus en España es conocida ya desde el año 2010, en el que investigadores del Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) hallaron el virus en garrapatas obtenidas de ciervos que se encontraban en el sudoeste de España.
Los virus aislados en aquel momento en el CIBIR coincidian, como en el caso de los dos pacientes españoles, con los linaje detectados en paises africanos, y diferian del virus presente en áreas de Grecia, la Federación Rusa y los Balcanes. Ya en aquel momento se barajó la hipótesis de que la posibilidad de que el virus circulase por otras zonas de la Península Ibérica era alta.
Y, según otro estudio, realizado por el Ministerio de Sanidad, se han observado en diferentes áreas de España más garrapatas portadoras, concretamente en las comunidades de Castilla La Mancha, Castilla y León, Madrid y Extremadura.
No obstante, la probabilidad de que aparezcan nuevos casos en humanos se considera baja.
Fuente: SINC